"El sueño de Gutenberg se ha cumplido"
Hombre polifacético que vive entre los libros, la poesía y la pintura, es fundador de Cangrejo Pistolero Ediciones. Su cartel de la Feria del Libro ha sido el más exitoso de los últimos tiempos.
LUIS SÁNCHEZ-MOLINÍ | ACTUALIZADO 17.05.2015 - 07:34
Su larga y estrecha perilla pelirroja y sus gafas de pasta le dan aspecto de ufólogo californiano de los sesenta. Sin embargo, su residencia está mucho más cerca, en el Polígono Sur, el lugar al que se mudó desde su Aznalcázar natal al cumplir los cuatro años. "Me gusta mi barrio y no tengo ganas de irme al centro", dice consciente de que su vida de artista-cultureta tiene en la Alameda su escenario más tópico. Doctor en Bellas Artes, editor de poesía ilustrada en formato papel y digital, profesor en la cárcel y en la Universidad, perfopoeta que comparte cartel con Aute y Juan Perro... Antonio García Villarán es hombre de alma inquieta, pero de hablar y ademanes pausados. Entre sus trabajos como artista destacan sus carteles de la Feria del Libro, como el de la edición actual con una ilustración que recuerda al recientemente fallecido Rafael de Cózar. García Villarán recibe al plumilla en el estand de la Plaza Nueva del Cangrejo Pistolero, la editorial que fundó junto a su compañera Nuria Mezquita y, después de una sesión de fotos, ambos huyen del calor de la Plaza Nueva para refugiarse en el aire acondicionado del Trinity Pub. El artista pide un vino blanco, el periodista una cerveza bien fría. Cuando acaba la entrevista se va al parking de la calle Albareda para coger su coche y volver a su barrio del Polígono Sur.
-Ya se ha anunciado en más de una ocasión la muerte del libro en papel, pero yo, al menos en Sevilla, veo que abren continuamente nuevas librerías y pequeñas editoriales.
-El libro ni se está muriendo ni se morirá, pero sí ha habido una reestructuración de los contenidos. Hace unos ocho años, en la Feria del Libro de Sevilla, se organizaron unas jornadas en las que todo el mundo daba por hecho que el libro digital iba a comerse al de papel... y hasta la fecha. En general, un libro no es más que un contenido puesto en un soporte para transmitir conocimiento, como las tablillas sumerias... Eso no se va a acabar nunca. Además, el libro en papel goza de salud y el sueño de Gutenberg se ha cumplido: hacer libros de manera rápida y económica. Hoy en día, cualquiera puede fabricar con muy pocos recursos libros de calidad material en veinte minutos.
-Está usted hablando, evidentemente, de la impresión digital, que nos permite hacer tiradas económicas muy reducidas, casi a la carta.
-Sí, yo soy un fanático de los libros y sus calidades, de esos que van a la imprenta a ver y oler las tintas, y creo que la impresión digital se acerca cada vez más a la calidad del offset, algo que antes no pasaba. Esto permite a las algunas pequeñas editoriales sacar más títulos pero con tiradas más cortas, casi para los amigos del autor, y aumentar sus posibilidades de supervivencia, lo que tiene también el lado negativo de la devaluación de la labor del editor, que se convierte más bien en un servicio editorial que saca libros sin un proyecto muy claro de lo que quiere hacer.
-¿Y qué está pasando con el libro digital? Como me comentó hace unos días un amigo, hace unos años mucha gente compró los reproductores, pero sin embargo no da la sensación de que, al menos en España, termine de despegar.
-El libro digital nunca ha calado. Nosotros, el Cangrejo Pistolero, fuimos los primeros en España en editar libros digitales de poesía en los formatos iOS y Android. Antes de hacerlo yo había dicho que nunca sacaría un libro digital si no se diferenciaba claramente de un simple pdf metido en una maquinita, que es lo que estaban haciendo las grandes editoriales cobrando unas precios altísimos. Cuando Appel sacó una herramienta gratuita que nos permitía editar libros con abundante material fotográfico y de vídeo decidimos hacerlo. ¿Qué pasó? Que sacamos ediciones digitales, algunas de autores como Lovecraft o Rimbaud, y vendimos muy pocos ejemplares, apenas treinta o cuarenta por título, y eso que valían menos de la mitad de la mitad que un libro en papel. Todo el mundo aceptó el móvil como una herramienta más para su trabajo, pero no el libro digital. Al contrario, sin embargo, se observa que están surgiendo lo que se llaman libros de artista. La gente quiere productos únicos y en los últimos años hemos asistido a un boom de las ferias de libro de artista. La de Madrid ya va por la cuarta edición sin parar de crecer, y en Sevilla hemos celebrado con éxito en el Cicus la Feria del Libro de Artista y Ediciones Extrañas.
-¿Qué es exactamente un libro de artista?
-Los que son objeto único o de tirada muy corta, como los grabados.
-Recuperamos un poco el espíritu del monje medieval, del iluminador...
-Efectivamente, se recupera la creatividad en los ejemplares, cada libro es único. Desde hace siglos, los libros se leen de izquierda a derecha y una página detrás de otra... Un libro de artista se puede leer abriéndolo de muy diversas formas, puede ser de madera, de metal...
-Algunos libros siempre tuvieron algo de objeto fetiche, pero con estos ejemplares se consagra definitivamente esta cualidad.
-Sí, en general se están cuidando mucho más las ediciones, incluso ya hay grandes grupos editoriales que están sacando libros de artistas, con tiradas muy cortas y carísimas, algunos pueden costar hasta 10.000 euros. Para los coleccionistas de arte esto es una ventaja, porque estos ejemplares se almacenan con más facilidad que los cuadros.
-Usted es doctor en Bellas Artes, dibujante, diseñador... ¿Cómo llegó al mundo de la edición?
-Por accidente, como una broma. Yo había editado fanzines y mi primer poemario, Conductor de nubes, con una galería de arte. Mi socia y compañera Nuria Mezquita tenía unos poemas y le propuse publicarlos junto a otros textos míos... Como una broma le pusimos Cangrejo Pistolero Ediciones y, poco después, recibí una llamada de un evento que quería que el editor de Cangrejo Pistolero participase en una mesa redonda. A partir de ahí nos hicimos empresa para tener presencia nacional, buscamos una distribuidora... Ya tenemos más de cuarenta títulos.
-¿Y se vive de la edición independiente?
-Hay gente que lo hace. Para mí es una parte más de mi labor, junto a mis talleres, recitales de perfopoesía, pinturas...
-Ha pronunciado la palabra perfopoesía. Hay muchos que desconfían de esta modalidad y creen que tiene más de show que de poesía.
-Había más críticas al principio, cuando empezamos en 2006, lo que nos llevó a elaborar un libro teórico sobre la perfopoesía. Últimamente la veo muy incorporada en todos los ámbitos.
-Lo consiga o no, de alguna manera la perfopoesía intenta recuperar el antiguo espíritu de la poesía, cuando música, ritmo y texto eran inseparables.
-Sí, yo estaba harto de ir a recitales de buenos poemas que había leído en mi casa y aburrirme como una ostra porque el propio autor no se había preparado la actuación... leía para él, un martirio. El proyecto de perfopoesía pretende dignificar el poema en el escenario. Unos versos bien recitados pueden ser como un gran éxito musical... En broma podríamos decir que tratamos a los poetas como estrellas de rock. Cuando organizamos durante seis años Las Noches del Cangrejo y los poetas se preparaban sus recitales, aquello se llenaba; la gente decía: "a mí no me gusta la poesía, pero esto sí me gusta".
-En el ámbito de la perfopoesía ha trabajado con Santiago Auserón (Juan Perro), todo un referente de la cultura popular para nuestra generación, en el espectáculo De perros y cangrejos. ¿Qué tal es actuar con el ex líder de Radio Futura?
-Juan Perro es un auténtico intelectual que apoyó desde el principio la perfopoesía y se interesó por nosotros. Hay que tener en cuenta que en Sevilla hubo un movimiento impresionante de perfopoesía que algún día habría que estudiar... Gente sentada hasta en el suelo para escuchar poesía en Las noches del cangrejo. Esto llegó a oídos de gente como Auserón y después de muchas charlas decidimos montar De perros y cangrejos, un recital en el que vamos dialogando e interactuando, yo recitando poemas y él cantando. Es una pena que todavía no se haya podido ver en Sevilla, pero no hemos logrado los apoyos necesarios. Este tipo de actos, que también lo hacen Cristina Rosenvinge con Alejandro Simón Partal o Sabina con Benjamín Prado, ayudan mucho a difundir la poesía. Estamos intentando darle otra dimensión al poema.
-¿Pero qué me dice de Auserón?
-Tenemos una visión de él muy canalla, pero también es un ilustrado que lo mismo te habla del Quijote y de los omeyas que baila hasta las tantas en una discoteca. Como muchas personas famosas es muy humilde.
-Hablando de famosos, también ha trabajado con Luis Eduardo Aute, otro peso pesado de la cultura popular española.
-A Aute lo conozco desde antes que Auserón. Cuando saqué mi primer poemario, Conductor de nubes, fui a verlo a Málaga y me acerqué a él para entregarle un ejemplar. Seis meses después recibí una carta suya en la que me decía que había leído el libro y que se sentía muy cerca de mí. Iniciamos una correspondencia en la que yo siempre le escribía en servilletas de bar y él se hizo unas tarjetas para responderme. Juntos hemos representado varias veces el espectáculo Poemigario, donde unimos la poesía con el humor negro y acciones con la gente. A él se le conoce por la música, pero lo que más hace es pintar. Llegó al mundo de la música por casualidad cuando compuso una canción para Massiel, que era amiga suya y fue todo un éxito. Durante años se negó a sacar disco y luego a realizar conciertos, pero al final es por lo que se hizo famoso. Es un gran defensor de Chiquito de la Calzada.
-Volvamos al libro. En estos días se está desarrollando la Feria del Libro de Sevilla, ¿cree que es un formato que sigue funcionado?
-Sí, incluso diría que deberían hacerse dos ferias, una en Navidad y otra en primavera. Es un altavoz fundamental para el sector, un escaparate que hace que el libro siga viviendo. El problema es que cada vez hay menos ayuda a la Feria del Libro de Sevilla pese a que gracias a su director, Javier López, se ha convertido en una de las mejores de España. Con más apoyo se podría hacer muchísimo más.
-Dentro de su faceta de artista, usted lleva años haciendo el cartel de la Feria del Libro de Sevilla. El de este año, dedicado al recientemente fallecido Rafael de Cózar, Fito, ha sido un auténtico éxito. A todo el mundo le ha gustado mucho.
-Ya se ha anunciado en más de una ocasión la muerte del libro en papel, pero yo, al menos en Sevilla, veo que abren continuamente nuevas librerías y pequeñas editoriales.
-El libro ni se está muriendo ni se morirá, pero sí ha habido una reestructuración de los contenidos. Hace unos ocho años, en la Feria del Libro de Sevilla, se organizaron unas jornadas en las que todo el mundo daba por hecho que el libro digital iba a comerse al de papel... y hasta la fecha. En general, un libro no es más que un contenido puesto en un soporte para transmitir conocimiento, como las tablillas sumerias... Eso no se va a acabar nunca. Además, el libro en papel goza de salud y el sueño de Gutenberg se ha cumplido: hacer libros de manera rápida y económica. Hoy en día, cualquiera puede fabricar con muy pocos recursos libros de calidad material en veinte minutos.
-Está usted hablando, evidentemente, de la impresión digital, que nos permite hacer tiradas económicas muy reducidas, casi a la carta.
-Sí, yo soy un fanático de los libros y sus calidades, de esos que van a la imprenta a ver y oler las tintas, y creo que la impresión digital se acerca cada vez más a la calidad del offset, algo que antes no pasaba. Esto permite a las algunas pequeñas editoriales sacar más títulos pero con tiradas más cortas, casi para los amigos del autor, y aumentar sus posibilidades de supervivencia, lo que tiene también el lado negativo de la devaluación de la labor del editor, que se convierte más bien en un servicio editorial que saca libros sin un proyecto muy claro de lo que quiere hacer.
-¿Y qué está pasando con el libro digital? Como me comentó hace unos días un amigo, hace unos años mucha gente compró los reproductores, pero sin embargo no da la sensación de que, al menos en España, termine de despegar.
-El libro digital nunca ha calado. Nosotros, el Cangrejo Pistolero, fuimos los primeros en España en editar libros digitales de poesía en los formatos iOS y Android. Antes de hacerlo yo había dicho que nunca sacaría un libro digital si no se diferenciaba claramente de un simple pdf metido en una maquinita, que es lo que estaban haciendo las grandes editoriales cobrando unas precios altísimos. Cuando Appel sacó una herramienta gratuita que nos permitía editar libros con abundante material fotográfico y de vídeo decidimos hacerlo. ¿Qué pasó? Que sacamos ediciones digitales, algunas de autores como Lovecraft o Rimbaud, y vendimos muy pocos ejemplares, apenas treinta o cuarenta por título, y eso que valían menos de la mitad de la mitad que un libro en papel. Todo el mundo aceptó el móvil como una herramienta más para su trabajo, pero no el libro digital. Al contrario, sin embargo, se observa que están surgiendo lo que se llaman libros de artista. La gente quiere productos únicos y en los últimos años hemos asistido a un boom de las ferias de libro de artista. La de Madrid ya va por la cuarta edición sin parar de crecer, y en Sevilla hemos celebrado con éxito en el Cicus la Feria del Libro de Artista y Ediciones Extrañas.
-¿Qué es exactamente un libro de artista?
-Los que son objeto único o de tirada muy corta, como los grabados.
-Recuperamos un poco el espíritu del monje medieval, del iluminador...
-Efectivamente, se recupera la creatividad en los ejemplares, cada libro es único. Desde hace siglos, los libros se leen de izquierda a derecha y una página detrás de otra... Un libro de artista se puede leer abriéndolo de muy diversas formas, puede ser de madera, de metal...
-Algunos libros siempre tuvieron algo de objeto fetiche, pero con estos ejemplares se consagra definitivamente esta cualidad.
-Sí, en general se están cuidando mucho más las ediciones, incluso ya hay grandes grupos editoriales que están sacando libros de artistas, con tiradas muy cortas y carísimas, algunos pueden costar hasta 10.000 euros. Para los coleccionistas de arte esto es una ventaja, porque estos ejemplares se almacenan con más facilidad que los cuadros.
-Usted es doctor en Bellas Artes, dibujante, diseñador... ¿Cómo llegó al mundo de la edición?
-Por accidente, como una broma. Yo había editado fanzines y mi primer poemario, Conductor de nubes, con una galería de arte. Mi socia y compañera Nuria Mezquita tenía unos poemas y le propuse publicarlos junto a otros textos míos... Como una broma le pusimos Cangrejo Pistolero Ediciones y, poco después, recibí una llamada de un evento que quería que el editor de Cangrejo Pistolero participase en una mesa redonda. A partir de ahí nos hicimos empresa para tener presencia nacional, buscamos una distribuidora... Ya tenemos más de cuarenta títulos.
-¿Y se vive de la edición independiente?
-Hay gente que lo hace. Para mí es una parte más de mi labor, junto a mis talleres, recitales de perfopoesía, pinturas...
-Ha pronunciado la palabra perfopoesía. Hay muchos que desconfían de esta modalidad y creen que tiene más de show que de poesía.
-Había más críticas al principio, cuando empezamos en 2006, lo que nos llevó a elaborar un libro teórico sobre la perfopoesía. Últimamente la veo muy incorporada en todos los ámbitos.
-Lo consiga o no, de alguna manera la perfopoesía intenta recuperar el antiguo espíritu de la poesía, cuando música, ritmo y texto eran inseparables.
-Sí, yo estaba harto de ir a recitales de buenos poemas que había leído en mi casa y aburrirme como una ostra porque el propio autor no se había preparado la actuación... leía para él, un martirio. El proyecto de perfopoesía pretende dignificar el poema en el escenario. Unos versos bien recitados pueden ser como un gran éxito musical... En broma podríamos decir que tratamos a los poetas como estrellas de rock. Cuando organizamos durante seis años Las Noches del Cangrejo y los poetas se preparaban sus recitales, aquello se llenaba; la gente decía: "a mí no me gusta la poesía, pero esto sí me gusta".
-En el ámbito de la perfopoesía ha trabajado con Santiago Auserón (Juan Perro), todo un referente de la cultura popular para nuestra generación, en el espectáculo De perros y cangrejos. ¿Qué tal es actuar con el ex líder de Radio Futura?
-Juan Perro es un auténtico intelectual que apoyó desde el principio la perfopoesía y se interesó por nosotros. Hay que tener en cuenta que en Sevilla hubo un movimiento impresionante de perfopoesía que algún día habría que estudiar... Gente sentada hasta en el suelo para escuchar poesía en Las noches del cangrejo. Esto llegó a oídos de gente como Auserón y después de muchas charlas decidimos montar De perros y cangrejos, un recital en el que vamos dialogando e interactuando, yo recitando poemas y él cantando. Es una pena que todavía no se haya podido ver en Sevilla, pero no hemos logrado los apoyos necesarios. Este tipo de actos, que también lo hacen Cristina Rosenvinge con Alejandro Simón Partal o Sabina con Benjamín Prado, ayudan mucho a difundir la poesía. Estamos intentando darle otra dimensión al poema.
-¿Pero qué me dice de Auserón?
-Tenemos una visión de él muy canalla, pero también es un ilustrado que lo mismo te habla del Quijote y de los omeyas que baila hasta las tantas en una discoteca. Como muchas personas famosas es muy humilde.
-Hablando de famosos, también ha trabajado con Luis Eduardo Aute, otro peso pesado de la cultura popular española.
-A Aute lo conozco desde antes que Auserón. Cuando saqué mi primer poemario, Conductor de nubes, fui a verlo a Málaga y me acerqué a él para entregarle un ejemplar. Seis meses después recibí una carta suya en la que me decía que había leído el libro y que se sentía muy cerca de mí. Iniciamos una correspondencia en la que yo siempre le escribía en servilletas de bar y él se hizo unas tarjetas para responderme. Juntos hemos representado varias veces el espectáculo Poemigario, donde unimos la poesía con el humor negro y acciones con la gente. A él se le conoce por la música, pero lo que más hace es pintar. Llegó al mundo de la música por casualidad cuando compuso una canción para Massiel, que era amiga suya y fue todo un éxito. Durante años se negó a sacar disco y luego a realizar conciertos, pero al final es por lo que se hizo famoso. Es un gran defensor de Chiquito de la Calzada.
-Volvamos al libro. En estos días se está desarrollando la Feria del Libro de Sevilla, ¿cree que es un formato que sigue funcionado?
-Sí, incluso diría que deberían hacerse dos ferias, una en Navidad y otra en primavera. Es un altavoz fundamental para el sector, un escaparate que hace que el libro siga viviendo. El problema es que cada vez hay menos ayuda a la Feria del Libro de Sevilla pese a que gracias a su director, Javier López, se ha convertido en una de las mejores de España. Con más apoyo se podría hacer muchísimo más.
-Dentro de su faceta de artista, usted lleva años haciendo el cartel de la Feria del Libro de Sevilla. El de este año, dedicado al recientemente fallecido Rafael de Cózar, Fito, ha sido un auténtico éxito. A todo el mundo le ha gustado mucho.
-Este cartel lo hice con la misma ilusión de los demás. Yo conocía a Fito y lo invité a varios eventos que organicé, como un encuentro de poesía comestible. Él, como Aute, empezó siendo pintor y tengo muy estudiada su poesía visual. El cartel me salió de un tirón, su pelo es una mujer desnuda, una de sus obsesiones artísticas, su rostro lo realicé con apenas cuatro líneas, sin nariz, y para mi sorpresa todo el mundo lo conoce. Muchos no se dan cuenta de que en la barba pone Rafael de Cózar con una tipografía psicodélica, muy de su estilo.
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