El cartel que he realizado este año para la Feria del Libro
de Sevilla tiene un significado muy especial para mí. El mundo de la cultura
lamentaba hace pocos meses la repentina muerte del genial Rafael de Cózar ahogado
por las llamas mientras intentaba salvar su librería. Yo conocí a Rafael gracias
a la invitación que le brindé en un par de ocasiones para contar con su participación
tanto en Perfopoesía como en un acto de “Poesía Comestible” que organizamos un
21 de marzo, en honor al Día Mundial de la Poesía. Teniendo la importancia que
tenía en el panorama cultural andaluz y español, era muy humilde y cercano.
Siempre tenía un “sí” cuando se le proponía participar en alguna actividad.
Cózar empezó como pintor en Cádiz, y poco a poco fue alimentando su faceta de
escritor y poeta sin olvidar sus cualidades plásticas. Realizaba caligramas y
poemas visuales llenos de siluetas y desnudos femeninos que salpicaba con notas
de color pulverizadas. La idea primera que se me vino a la cabeza era la de
homenajear a este creador utilizando la misma gramática plástica que él usaba
en sus obras. Empecé a dibujarlo y apareció en el papel lo que hoy es el cartel
definitivo; un icono a modo de retrato del poeta formado por el dibujo de una
mujer desnuda a modo de cabello, su propio nombre convertido en su
significativa barba y algunas líneas que definen la frente, las gafas y su
característica barbilla. Se trata de un retrato pop que nos mira de frente, que
pasa de ser una representación de Rafael de Cózar a convertirse en una imagen
icónica, elevando al autor a la categoría de los más ilustres. Salvando las
distancias, podríamos decir que se asemeja a los conocidos retratos pop de Andy
Warhol, o a la repetida imagen del Che Guevara que tantos carteles y camisetas
ha llenado. Pero esta imagen también tiene algo de logotipo. La ausencia de
nariz, de orejas o simplemente de las patillas de las gafas, innecesarias por
otra parte, hacen de esta una imagen limpia, sin ruidos. Esto unido al plano
naranja del fondo produce un potente icono reconocible a todas las distancias y
desde todos los tamaños posibles.
Aún no sé cómo he conseguido realizar un retrato tan fiel
con tan pocos elementos, pero como decía John Berger, el parecido en el retrato
siempre es un misterio. Puedes dibujar perfectamente el rostro de un individuo,
cuidar la forma de las curvas de su perfil, acertar con la línea de los ojos,
conseguir el color de su pelo; el parecido se dará o no se dará. En todos estos
años que llevo dibujando, pintando y enseñando he podido comprobar esta teoría.
¿O acaso no hay incluso fotos en las que no nos parecemos?
Espero haber realizado un merecido homenaje a Rafael de
Cózar, el cual contaba y cuenta con todo mi respeto y admiración, tanto por su
compromiso con las artes como por su interesante obra.
Antonio García Villarán
Sevilla 2015
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