3/11/2014

Leopoldo María Panero muerto. Un cráneo sin dientes sonríe. Antonio García Villarán para El Club Express. Buenas tardes.

BUENAS TARDES por Antonio García Villarán 
Llevaba 65 años muriéndose, pero esta vez ha sido verdad. Leopoldo María Panero, el poeta incómodo, el genio de los niños muertos, la sombra alargada de cada uno de nosotros, descansa. Estoy seguro que ha abandonado ese cuerpo que tanto castigó para convertirse, como apuntaba Epicuro, en una suerte de perfume para poder flotar entre las gentes y dejar un poco de sí en cada una. Así es la muerte. Pero escucho un cráneo sin dientes que sonríe con voz de rata. Ji, ji ji. Y todo tiembla.
Leopoldo María Panero es una lapa. Nunca nos dejará, porque la muerte para él no era nada. La estuvo abrazando tanto que se confundió con ella, y ahora no sabemos si la muerte es Panero o Panero la muerte. Mientras, Carnaby Street engulle a Mary PoppinsOrlando se emborracha con Goya y el Hombre Amarillo, que es él mismo, asesina al patito feo.
Pasaron muchas cosas mientras el llamado “poeta maldito” habitó esta tierra, pero todo es nada. Fue engañado una y otra vez por Félix Caballero, como ya apunté en un escrito cuando lo conocí, pero también fue querido y admirado por poetas que soportaban sus caprichos con tal de tenerlo cerca. De su paso por Perfopoesía aprendí mucho. 4 días con Panero, que se dice pronto, y todo un mundo de humo y pastillas. Ahora todo parece en calma, pero el alma del que se supo jardín de gusanos está deseando jugar con cabezas humanas.
El tiempo pone a cada uno en su sitio, dicen, pero ¿qué lugar ocupa Panero? El hombre que habitaba el suplicio no necesita sitio donde quedarse. Vivió orinando sobre las orejas de los que no querían oírlo. Intentó acabar con la empresa americana coca-cola bebiéndosela él solo, Nietzche estaría orgulloso. Y nos escupió, ya lo creo. Nos escupió en ambos ojos y vimos la luz. Su veneno nos sanó. Nada de tratamientos experimentales. Nada de cremas anticatástrofes. Nada de chicles mentolados. Su aliento de nubes negras arrastró las miopías de la sombra para hacernos calibrar nuestra propia existencia.
Retrato del poeta por Antonio García Villarán
Retrato del poeta por Antonio García Villarán
Pero fue generoso. Él y sus editores. Y ahora su rastro, que alimentó a jóvenes y viejos, a sapos y ciervos, lo veo en algunos de los poetas que me rodean. Siempre pensé que uno de sus principales herederos sería Javier Gato. Recuerdo el momento en el que Panero lo conoció en la Alameda de Sevilla. Más que conocer yo diría que lo reconoció. Y no es que ambos tengan lazos de sangre, o acaso hubiesen vivido muchas historias juntos, pero la magia que hace que dos personas se sientan cerca sin haberse visto antes se dio en ese momento. No hay más que leer 72 demonios para darse cuenta. O algunos de los poemas de Diario de un gato nocturno. El germen de la espina seguirá vivo. Y si no me creen que le pregunten aCarlos Ann, a Bunbury, a José María Ponce y a Bruno Galindo, que tan acertadamente nos regalaron una selección de su obra en el disco-libro que lleva sunombre. Que le pregunten qué hay del poeta que amaba la nada a Fernando Bazán, al desaparecido MC Niño Carajaula, a Txus García, a Alicia García Núñez. Que hablen las lechuzas con Luna Miguel, con Nuria Mezquita, con Fernando Mansilla, con Gracia Iglesias. Que busquen en los cajones de Daniel García, deLaura Rosal, de Mariona Aupí, de David González. Que escarben en el jardín de Alejandro Simón Partal, deManuel Maciá, de Marta Fernández Portillo, de Uberto Stabile, de Marcus Versus, de Carlos Salem, deMaite Dono, de Jesús Vega y tantos otros.
ahora que llega el final del poema, ahora que tengo que despedirme de ti, Leopoldo María Panero, yo grito esta oración con una sirena ahogada entre mis manos; Padre nuestro, que estás…

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