11/05/2013

Por qué me llaman “Cangrejo” y por qué fui monaguillo. Buenas Tardes | Una colaboración de Antonio García Villarán para ElClubExpress

Buenas Tardes | Una colaboración de Antonio García Villarán para ElClubExpress

No es verdad que los cangrejos caminen hacia atrás. Siempre que voy a la costa observo a estos crustáceos en su hábitat natural. Resulta algo misterioso. De entre las rocas cercanas a la orilla, si observas detenidamente y con paciencia, las rocas empiezan a romperse en trocitos que caminan despacio de un lado a otro con una coreografía desordenada e inquietante. Los cangrejos salen de todas partes. Pueden aparecer de debajo de una piedra, abriéndose paso entre la arena como muertos vivientes, o simplemente se levantan y comienzan a andar dejando su camuflaje de roca que lo escondía de ojos extraños. Así son los cangrejos, parece que no hay ninguno pero cuando menos te lo esperas, acabas rodeados de ellos.  Y el caso es que no andan para atrás. Los cangrejos son capaces de escalar verticalmente por rocas imposibles, saben nadar, bucear y esconderse bajo la arena. Son animales todoterreno. Pueden vivir debajo del mar sin ahogarse, aunque se dejen arrastrar por corrientes submarinas. También habitan parajes más tranquilos, como son los ríos de agua dulce, o los peñascos, que para nosotros sería como vivir en la sierra. Por si fuera poco existen más de 4.500 especies de animales que son o pueden ser llamados cangrejos, lo cual habla de la diversidad de formas que puede tener este peculiar ser vivo.

El Cangrejo Pistolero, que además de ser la editorial que codirijo junto a Nuria Mezquita, es también llamado violinista, se caracteriza por tener una de sus pinzas más desarrollada que la otra, que representa hasta la mitad de su peso corporal. Esta “arma” tiene la fuerza suficiente como para atacar a sus enemigos, y el tamaño adecuado como para asustarlos. Una cualidad de los cangrejos pistoleros que me llama mucho la atención es la de enfrentarse a cualquier otro animal, sea lo grande que sea. He visto cangrejos enfrentados a cangrejos más grandes, a culebras, felinos e incluso a seres humanos. No se si carecen de conciencia o es valentía, pero la cobardía no es una cualidad de estos crustáceos. El logotipo de Cangrejo Pistolero Ediciones lleva una pistola en el lugar de la pinza. ¿Metáfora? Puede ser.
Desprenderse de lo antiguo para regenerase es algo que todos deberíamos hacer de vez en cuando
También me fascina formalmente. A lo largo de la historia el cangrejo se ha asociado a seres malignos o extraterrestres. Poetas como Benedetti dice en uno de sus versos “Mírate / así / qué cangrejo monstruoso atenazó tu infancia…”. No hay más que verlos con sus antenas, sus ojos saltones, sus patas de araña y sus caparazones. ¿No son singulares? Se han encontrado dibujos de rostros humanos – a veces del mismísimo Jesucristo- en el caparazón de algunos cangrejos; y en el Tarot es un animal purificador. Tiene una valiosa misión como medio de mutación logrando salir de la posible esclavitud del inconsciente, manando sobre él. Místicamente hablando el cangrejo nos remite a nuestros instintos básicos. Hace referencia al enorme poder que tienen, y en especial al poder sexual. No en vano es una especie muy resistente y antigua. Está armado de un caparazón y equipado de tenazas como armas; es enérgico y golpea a sus depredadores rápidamente y sin ningún temor. El que cambien de caparazón es una cualidad que también me atrae. Desprenderse de lo antiguo para regenerase es algo que todos deberíamos hacer de vez en cuando. Cada vez que el cangrejo joven cambia el caparazón, aumenta considerablemente de tamaño, pero queda expuesto al peligro mientras éste permanece blando. Las patas y pinzas perdidas pueden regenerarse cuando se produce la muda, y de ahí viene el mito del cangrejo inmortal. De todas formas es sabido que viven de 3 a 12 años. Son tan especiales los cangrejo que incluso hay especies que cambian de sexo al ir envejeciendo. Y no es verdad que el hombre domine la Tierra. Ya lo dijeron los científicos; son los insectos, por su número, los que la poseen. Pero el mar… el mar es territorio de cangrejos.
Me sentía un ser superior –fíjense la tontería- dentro de una nave de ladrillo visto con la escultura de un hombre semidesnudo crucificado
Hay muchas otras teorías por las cuales me llaman Cangrejo, aunque he de admitir que este sencillo poema de mi querido Pedro Casariego Córdoba recogido en su libro Cuadernos amarillo, rojo, verde y azul aún me conmueve y también me inspiró a la hora de buscar alter ego; “Yo soy Cáncer; tú eres Cáncer. Yo no tengo cáncer; tú tampoco tienes cáncer. Tendremos que casarnos en el Trópico de Cáncer. Tú eres mi prometida y yo te prometo que dejaré de consumir chocolatinas si tú me prometes que nuestras relaciones matrimoniales irán como la seda. ¿Qué tal está Isabel? ¿Cómo se encuentra tu señora mamá? Escríbeme pronto. Besos. Pedro”. Y sí, yo como Pe Cas Cor también soy cáncer.
Para terminar diré que el cangrejo es un manjar exquisito para algunos, aunque yo no como marisco. Y el por qué fui monaguillo se debió a mi inexperiencia infantil y a mi gusto por los disfraces. Esto unido al poder de la campana hizo que me mantuviese vestido con una especie de chilaba roja terminada en encajes blancos que me quedaba pequeña. Me sentía un ser superior –fíjense la tontería- dentro de una nave de ladrillo visto con la escultura de un hombre semidesnudo crucificado y muchas personas mayores sentadas mirándolo y atendiendo a otro señor que se vestía similar a mí. Pero lo mejor era cuando yo hacía sonar la campana y todos se levantaban a la vez, y cuando la tocaba de nuevo, al unísono, se sentaban los parroquianos. Me disfracé mucho más a lo largo de mi vida, pero este fue quizás una de mis primeras transformaciones. Ahora, con chistera, pluma, bastón y traje negro soy, a veces, el Cangrejo Pistolero.
 Antonio García VillaránNoviembre 2013
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