9/15/2013

Luis Buñuel descongelado y las tostadas en Noviembre. Buenas Tardes | Una colaboración de Antonio García Villarán para ElClubExpress

Buenas Tardes | Una colaboración de Antonio García Villarán para ElClubExpress

Este ha sido un verano reset. He actuado de pirómano con los rastrojos que no me dejaban ver el horizonte. También he reordenado las estanterías para quedarme con lo que realmente importa. En este proceso he tenido sueños muy extraños. La otra noche apareció ante mi Luis Buñuel. Acababan de descongelarlo. Estaba desnudo en una plaza, en posición “momia” y, después de que acabase de derretir el hielo que lo cubría, empezó a hablarme y nos hicimos amigos. Aparecían por todos lados admiradores estupefactos a causa del milagroso acontecimiento, pero Buñuel sólo quería estar a mi lado. Nos pusimos a trabajar juntos. Él grababa una película y yo un corto. Al poco tiempo de estar rodando, unas horas solamente, Buñuel cayó al suelo desplomado. Se murió de nuevo. Se ve que eso de la descongelación no funcionó.


¿Cómo nacen los sueños? ¿Por qué vienen a nosotros? Es increíble cerrar el instrumento por el cual se transforman las imágenes físicas en ideas mentales y comprobar que aun así, seguimos viendo cosas. Y más extraño aún me resulta inventarlas sin dominarlas. Me fascina crear historias dentro de mi cabeza que no puedo controlar. Quizás son nuestras propias acciones las que generan la semilla de estas fábulas de humo. No en vano he estado trabajando estos últimos meses de estío en una trilogía de cortometrajes filosóficos: “JAURÍA”, “HECHIZO” y “ESPEJISMO“.
También he soñado en ocasiones con Carmen Lomana o con la Duquesa de Alba. Siempre sueños dulces. Positivos. Amables. ¿Por qué? Ni idea. Pero juro que es así. No suelo tener pesadillas, aunque algunos de mis sueños se parezcan a apuntes de Alfred Kubin o de algún otro dadaísta visionario loco. Menos mal que los sueños son irracionales. Ya nos dejó claro Goya qué produce el sueño de la razón. A veces he encontrado en mis visiones de cama a personas que han desaparecido de mi vida, y se me han mostrado vitalistas y cotidianas. Como aquella vez que soñé con la desaparecida casa de mi pueblo, en Aznalcázar. Entré por la puerta y empecé a subir escaleras. Subía y subía y cada vez se estrechaban más los pasillos. Las paredes cambiaban de color y tenía que agacharme para poder continuar. Finalmente llegué a una buhardilla donde estaba el que fue mi maestro, con su pelo blanco y su bigote. Sereno. Sonriendo. Manuel Álvarez Fijo se fue con 72 años un 22 de julio de 2010, aunque creo que sólo desapareció de esta cruel realidad para habitar en los sueños de muchos de sus discípulos y amigos, yo entre ellos. Con razón lo he visto más de una vez mientras dormía. Incluso he hablado con él como si nada hubiese pasado.
Aunque después de un merecido descanso es de buena educación empezar el día dándose un buen homenaje. Y si tengo que recomendaros un lugar donde desayunar con los ojos aún pegados y las señales de las sábanas en la mejilla, ése es sin duda Noviembre. Se trata de una cafetería situada en pleno corazón de Málaga y mimada hasta el detalle. No sólo encontramos placeres sensoriales allá donde miramos, también su carta de desayuno contiene tipos de panes con cereales a cada cual más exquisito. Como muchos lugares de moda, Noviembre tiene sillas de diversos estilos, mesas distintas y una pared llena de espejos con marcos de otras épocas. Mucho cristal, con lo cual se respira transparencia y limpieza. ¿Caro? Qué quieres que te diga, lo bueno hay que pagarlo, pero no es algo desmesurado. No hay que soñar mucho para encontrar lugares como este. Afortunadamente cada vez abundan más. Seguro que se trata del sueño de algún atrevido emprendedor que ha conseguido llevarlo a cabo.
Los sueños… También son sueños aquellas metas que queremos alcanzar. Aunque estas sean concretas y precisas. Quizás sean el motor principal y vital que nos hace avanzar. ¿Qué haríamos sin sueños? Posiblemente soñarlos.
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